
Miguel Cortés Arrese
Nausicaä Editorial, Murcia, 2016
Col. “La rosa profunda”
92 pp., 4 ilustraciones
Las ciudades son el resultado de un acuerdo entre su emplazamiento, dimensiones e historia. Han sido modeladas por pobladores e invasores, por viajeros atraídos por el perfil de sus panorámicas urbanas, los contornos de sus costas y riberas de sus ríos, sus calles adornadas con nobles fachadas, rincones inesperados, recuerdos y monumentos. Hasta convertirlas en atmósferas cambiantes con la llegada de los tiempos románticos y contemporáneos, capitales escritas, pintadas y soñadas que ya no se borran de la mente. Como Estambul, Toledo, San Petersburgo o Moscú, que ofrecen una impresión singular desde la primera mirada, ciudades imperiales las cuatro, patrimonio sin igual de la memoria universal.
José Arturo Salgado Pantoja

Escenarios del arte bizantino
Miguel Cortés Arrese
Nausicaä Editorial, Murcia, 2016
480 pp., 90 ilustraciones
Bizancio, el imperio que asentó sus dominios sobre las tierras de buena parte del Mediterráneo oriental durante más de mil años, desarrolló una civilización cuyo esplendor había de deslumbrar a sus contemporáneos, influyendo en modas y estilos, en latinos, eslavos y musulmanes; una fascinación que llega hasta nuestros días.
Hoy se tiende a considerar al arte bizantino no como un ramillete de obras maestras asociadas a edades de oro, arropadas por basileis y dinastías, sino integrado en los escenarios, aspiraciones y responsabilidades de la sociedad en la que surgió. Lejos de la imagen estática que han ofrecido los estudios tradicionales. Pues se vio afectado por los cambios de gusto, las posibilidades materiales de civiles y religiosos y las relaciones con sus vecinos, aliados de la koiné y enemigos.
Para encontrar a Bizancio en sus maravillosas obras de arte, parece aconsejable un acercamiento temático, a tenor de su complejidad en el tiempo, hubo un “Bizancio después de Bizancio”, y el espacio, de sus fronteras cambiantes. Su herencia ha atravesado épocas de misterio y oscuridad. Obras de Gustav Klimt, Vasili Kandisnky, Natalia Goncharova o Andrei Tarkovski revelan su modernidad y actualidad.
Silvia García Alcázar

Miguel Cortés Arrese (editor)
Editorial Almud, Toledo, 2015
Col. “Añil”
248 pp., 28 ilustraciones
Col. “Añil”
248 pp., 28 ilustraciones
I.S.B.N. 978-84-942952-6-3.
Castilla-La Mancha atesora un rico y variado patrimonio artístico de gran valor, tanto desde el punto de vista material como documental, sobre el que a veces no reparamos. Es un testimonio sobresaliente de nuestro pasado, de las bases sobre las que se cimienta nuestra cultura y de nuestra memoria. El eslabón que nos une a épocas pretéritas y ayuda a conformar nuestra identidad individual y colectiva. Lo que ocurre es que se trata de un legado artístico sujeto a variaciones derivadas, entre otras cosas, del paso del tiempo, del gusto de sus propietarios, de la adaptación de algunos espacios para nuevos usos, de su abandono y su expolio o algunos avatares de índole histórica. Son vaivenes que han llevado a su transformación, dispersión, deterioro, abandono, destrucción e, incluso, a su olvido.
Los cinco trabajos que dan forma a la reciente publicación Vaivenes de un patrimonio. Arte y memoria en Castilla-La Mancha, ilustran muy bien esa realidad e invitan a tomar conciencia acerca de la necesidad de su custodia. Esos trabajos tienen su origen en el Seminario titulado Memoria de un patrimonio que, bajo la dirección de los profesores don Miguel Cortés Arrese y doña Sonia Morales Cano, se celebró en la Facultad de Letras de la Universidad de Castilla-La Mancha, del 14 al 16 de abril de 2015. La excelente acogida de la actividad y el interés manifestado hacia esta temática por parte de los asistentes, animó a los conferenciantes a publicar el texto de sus intervenciones.
El capítulo inicial del libro, a cargo de don Miguel Cortés Arrese, lleva por título La travesía artística del Palacio de Fuensalida. El autor profundiza en la personalidad del poderoso promotor del edificio, el primer conde de Fuensalida, su linaje y su poder materializado en esta joya del mudéjar toledano. Llama la atención sobre la ubicación privilegiada del palacio en la Judería, su parentesco con otros proyectos arquitectónicos mudéjares tanto en la provincia de Toledo como fuera de ella y la fascinación por parte de reyes y nobles castellanos bajomedievales hacia las formas de vida islámicas, de lo que sus empresas artísticas son un fiel reflejo. Y hace un recorrido minucioso por los cambios de uso del recinto que llevaron a la progresiva decadencia del edificio y su restauración, hasta convertirse en la sede de la Presidencia de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha.
A continuación, don Fernando González Moreno diserta en su trabajo acerca de La fragilidad del patrimonio: la azulejería talaverana, una de las principales señas de identidad de Talavera de la Reina y, a su vez, una de las producciones artísticas más vulnerables y castigadas debido a su propia naturaleza quebradiza y a su consideración como “arte menor”. Para ponerlo de manifiesto, se centra en los retablos fingidos sobre azulejos de esa procedencia que han sobrevivido en Castilla-La Mancha, en su mayoría incompletos, alterados o dispersos. De manera muy clara detalla los motivos que han llevado a esa situación e insta a establecer las medidas necesarias para la correcta valoración y conservación de unas obras singulares que, de lo contrario, acabarán desapareciendo.
Doña Sonia Morales Cano, por su parte, se interesa por las Vicisitudes de la escultura funeraria gótica ciudadrealeña que han llevado a su destrucción, dispersión, desaparición… y también a algunos hallazgos recientes. Su estudio viene precedido por una reflexión acerca del pensamiento de la muerte y los motivos que guiaron a los más pudientes en la elección de sepultura durante la Baja Edad Media. A continuación, establece una jerarquización de los lugares de enterramiento en la provincia y da a conocer la calidad artística y variedad tipológica de su patrimonio funerario, atendiendo tanto a las obras que se conservan como a aquellas de las que solo se tiene constancia documental. La valiosa información que aportan sus formas, iconografía e inscripciones y escudos heráldicos, entre otros elementos, le sirve a la autora para reivindicar su importancia testimonial de un pasado glorioso del que somos herederos.
El capítulo escrito por doña Silvia García Alcázar, titulado Monasterios y restauración en Castilla-La Mancha, ejemplifica la situación tan dispar que ha llevado a la conservación o no de importantes conjuntos monacales en nuestra región a través de los monasterios de San Juan de los Reyes y Óvila. Con el primero, la autora testimonia cómo un lugar en estado ruinoso por motivos bélicos, se mantiene vivo gracias a sucesivos procesos restauradores; con el segundo, muestra la cruz de esa realidad: cómo la dejadez y la desidia humana pueden llevar a la destrucción y desaparición de nuestro patrimonio, en este caso a través de una transacción comercial.
Doña Sonia Morales Cano, por su parte, se interesa por las Vicisitudes de la escultura funeraria gótica ciudadrealeña que han llevado a su destrucción, dispersión, desaparición… y también a algunos hallazgos recientes. Su estudio viene precedido por una reflexión acerca del pensamiento de la muerte y los motivos que guiaron a los más pudientes en la elección de sepultura durante la Baja Edad Media. A continuación, establece una jerarquización de los lugares de enterramiento en la provincia y da a conocer la calidad artística y variedad tipológica de su patrimonio funerario, atendiendo tanto a las obras que se conservan como a aquellas de las que solo se tiene constancia documental. La valiosa información que aportan sus formas, iconografía e inscripciones y escudos heráldicos, entre otros elementos, le sirve a la autora para reivindicar su importancia testimonial de un pasado glorioso del que somos herederos.
El capítulo escrito por doña Silvia García Alcázar, titulado Monasterios y restauración en Castilla-La Mancha, ejemplifica la situación tan dispar que ha llevado a la conservación o no de importantes conjuntos monacales en nuestra región a través de los monasterios de San Juan de los Reyes y Óvila. Con el primero, la autora testimonia cómo un lugar en estado ruinoso por motivos bélicos, se mantiene vivo gracias a sucesivos procesos restauradores; con el segundo, muestra la cruz de esa realidad: cómo la dejadez y la desidia humana pueden llevar a la destrucción y desaparición de nuestro patrimonio, en este caso a través de una transacción comercial.
Para finalizar, don José Arturo Salgado Pantoja dedica su estudio al Románico y despoblación en la Alcarria de Guadalajara, en el que no solo refiere algunas de las causas que han llevado al abandono paulatino de varios enclaves rurales de esa comarca desde la Baja Edad Media; también documenta los vestigios románicos que han sobrevivido a ese fenómeno, muy útiles para la investigación de ese estilo en ese territorio, al tiempo que alerta sobre el peligro inminente de desaparición total que corren las ruinas eclesiásticas que conforman ese singular paisaje, ante la desidia humana.
El libro está editado con esmero y se ilustra con una cuidada selección de imágenes a color muy reveladoras de la fragilidad del patrimonio artístico que trata y su devenir a lo largo del tiempo. Se agradece que al final de cada capítulo se ofrezca un corpus bibliográfico y que el libro se complete con un índice onomástico muy útil para facilitar la consulta. Por todo ello, su lectura resulta muy recomendable para aquellos investigadores, curiosos y amantes de la cultura interesados por el arte y la memoria de este territorio.
Esther Arias Sánchez
José Arturo Salgado Pantoja
Col. “Emblemas del Románico” (P. L. Huerta y J. Nuño coords.)
312 pp., 200 ilustraciones en color
I.S.B.N. 978-84-15072-70-6.
El libro Pórticos románicos en las tierras de Castilla ofrece el primer estudio sistemático y crítico sobre estas estructuras, creaciones genuinas del románico hispano. En él, el autor presenta una síntesis de las aportaciones más relevantes obtenidas durante su investigación doctoral, dirigida por el catedrático Miguel Cortés Arrese. Además del atractivo tema y el enfoque novedoso, la obra posee dos importantes valores añadidos: el soporte editorial de la Fundación Santa María la Real, que con este volumen inaugura una colección titulada “Emblemas del Románico”, y un prólogo firmado por el Dr. Gerardo Boto Varela.
El trabajo cuenta con un amplio catálogo en el que se analizan de forma detallada, desde el punto de vista constructivo y decorativo, las galerías porticadas del románico castellano. Los sesenta y ocho ejemplares estudiados se encuentran organizados en el texto de forma alfabética, según la localidad y la provincia en la que hoy se ubican. No obstante, la labor de campo realizada por el autor le ha revelado la existencia de varias decenas más de restos fragmentarios, así como de otros indicios físicos y documentales, e incluso algunas obras relacionadas pero situadas fuera de los límites cronológicos y geográficos del estudio. Todos estos testimonios aparecen referidos en un apartado titulado “otros vestigios”.
El catálogo de obras queda encuadrado entre dos capítulos. El primero de ellos sirve para contextualizar el objeto de estudio, precisando sus relaciones y diferencias con otros espacios del ámbito extraeclesial como la portada, el atrio o la tierra patrimonial. El autor también profundiza sobre el controvertido asunto del origen y los precedentes arquitectónicos de estos recintos, revisando desde una perspectiva actual algunas de las propuestas más arraigadas. Finalmente, se describen varias estructuras porticadas románicas que por sus particularidades o su localización geográfica no tienen cabida en el cuerpo principal del estudio, pero que pese a ello aportan datos interesantes al mismo.
El otro capítulo referido sirve de colofón al catálogo. En él se estudian los pórticos desde un enfoque poliédrico, atendiendo ya no a su localización o a sus particularidades individuales, sino de un modo global. En primer lugar, se examinan desde una perspectiva física, señalando sus diferentes tipologías y todos los pormenores constructivos. A continuación, el autor ahonda en las propuestas iconográficas que se despliegan en sus capiteles, canecillos o metopas, valorando la posible relación entre algunos de los temas más repetidos y el propio significado o los usos de las galerías. Estos dos aspectos, el simbólico y el funcional, son también analizados con detenimiento y un gran apoyo documental. Por último, el capítulo se cierra con un interesante rastreo de las filiaciones existentes entre los ejemplares, de gran valor para detectar las borrosas huellas de los maestros canteros y sus talleres itinerantes.
La investigación se desarrolla en poco más de trescientas páginas, y está acompañada por un importante despliegue de imágenes a todo color, así como por un significativo soporte bibliográfico. El aspecto del libro es muy atractivo: cuenta con un manejable formato de 28 x 24 cms., encuadernación dura de gran calidad y tapas exteriores bellamente ilustradas. En resumen, y retomando unas palabras del prologuista de la obra, “una estimable carta de presentación de un joven investigador que forma parte de una prometedora generación de estudiosos”.
Miguel Cortés Arrese
Trad., notas e intr. de Beatriz González Moreno y Fernando González Moreno. Ilustr. de George Cruikshank y Vistas de Quintanar de la Orden y El Toboso
Editorial Academia del Hispanismo, Vigo, 2012, 208 pp.
I.S.B.N. 978-84-15175-54-4
Frente a las puntuales alusiones a la obra de Cervantes que podemos encontrar en viajes previos como el de Edward Hawke Locker en 1824, H. D. Inglis debe ser reconocido como el primer viajero de La Mancha y de la ruta del Quijote. Su obra, Andanzas tras los pasos de Don Quijote publicada parcialmente por entregas en 1831 y completa en 1837, no es una incursión accidental o pasajera por esta región, sino que la tiene como único destino y objetivo.
Inglis instaura el viaje literario por La Mancha, un viaje ficticio pero recreado a partir de otro real realizado por toda España en 1830. Se convierte así en el insigne predecesor de posteriores viajeros, literatos e ilustradores, que llegarán a la tierra del hidalgo manchego no solo con la vocación de recorrer sus pasos, sino también de identificarse con él.
Esta publicación, primera traducción a nuestra lengua de las Andanzas de Inglis, pretende servir de reconocimiento y de homenaje para un autor que, pese a su notable aportación a la literatura de viajes en general y a la quijotesca en particular, había quedado relegado ante otros nombres (Davillier y Doré, Jaccaci y Vierge, Azorín…), cuyas obras han sido más difundidas y conocidas. A todos ellos se adelantó Inglis, sentando las bases de una manera de recorrer y entender La Mancha en la que los límites entre ficción literaria y realidad se desvanecen.
Frente a las puntuales alusiones a la obra de Cervantes que podemos encontrar en viajes previos como el de Edward Hawke Locker en 1824, H. D. Inglis debe ser reconocido como el primer viajero de La Mancha y de la ruta del Quijote. Su obra, Andanzas tras los pasos de Don Quijote publicada parcialmente por entregas en 1831 y completa en 1837, no es una incursión accidental o pasajera por esta región, sino que la tiene como único destino y objetivo.
Inglis instaura el viaje literario por La Mancha, un viaje ficticio pero recreado a partir de otro real realizado por toda España en 1830. Se convierte así en el insigne predecesor de posteriores viajeros, literatos e ilustradores, que llegarán a la tierra del hidalgo manchego no solo con la vocación de recorrer sus pasos, sino también de identificarse con él.
Esta publicación, primera traducción a nuestra lengua de las Andanzas de Inglis, pretende servir de reconocimiento y de homenaje para un autor que, pese a su notable aportación a la literatura de viajes en general y a la quijotesca en particular, había quedado relegado ante otros nombres (Davillier y Doré, Jaccaci y Vierge, Azorín…), cuyas obras han sido más difundidas y conocidas. A todos ellos se adelantó Inglis, sentando las bases de una manera de recorrer y entender La Mancha en la que los límites entre ficción literaria y realidad se desvanecen.
Sonia Morales Cano
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